"Hero -Carmina" (2017/18), nuevo libro de poemas de Ricardo Rubio.
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UN PERIPLO SIN FECHAS HEROICAS
Los primeros intentos despuntan las
pasiones,
la necesidad del aire, la lujuria;
solo son señuelos, metáforas de
salva.
¿Por qué cargo entonces una lanza
y un escudo sobre estos pies?
¿Un lápiz de sueño en cada mano?
¿Qué busco en el calor de un astro
en guerra
si lo correcto importa a nadie?
Una parte de esa deriva arrulla la
muerte,
el llanto de madres, el agravio, la
tortura,
el furor de hombres sumiendo hijos
en un estanque indecible,
los versos de un capitán
o de un marinero en tierra.
Se trama un héroe en cada estirpe
y en la piel de la historia
se abren refranes a la caza de un sentido.
Nos es dado este fragmento para
intuir la luz,
para verla nacer y morir en manos de
la ruina,
para ser y no ser entre raudales de
azar,
para fatigar su índole,
su esencia de secreto,
su afonía.
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LA FIEREZA DEL HÉROE CONJETURA LA CALMA
Mi presagio de callar no es de
rodillas.
Soy el riesgo que respira
a la vera de un río,
el brazo sudoroso, la frente
afligida,
las piernas agotadas al pie del
calendario.
En esta tierra desborda la astucia.
Desorden del plasma, se dice;
puras mentiras.
Cada uno con su carga,
con sus llagas, con su peso;
cada uno postrado al enredo de los
años,
con hábitos de abrazo y vergüenza,
costumbres de agravio,
de burla, de apatía.
Me digan ahora lo que quiero,
antes del filo, antes del corte,
espabilados.
Ahora, mientras tolero estar
quieto.
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VARIABLES DE LA NATURALEZA HEROICA
Ríe la providencia sembrando ideas
que la reflexión no entiende.
¿Cómo vine a dar aquí, a este hito
disperso,
a estos minutos de esplendor siempre
lejano?
¿Son espectros los que bordan el
azar
entre los carbones del orbe?
Tarde advertí que la gesta conspira,
agita, agota,
intenta enmudecer la llama que
relumbra al calor de un alimento sincero,
frente al susurro de un hijo,
ante la mujer que amo.
No es bueno que un
abrazo no suceda.
El sol quema cada fecha,
cada aliento que frota la lámpara,
en el plexo dejan de reinar la
anarquía y el duelo anterior.
El tiempo decide cuáles y cuántas
serán las caídas.
No hay cardinales en el cosmos y
regresar no es derrota.
Dejo el escudo, desato el correaje y
agito las caricias de la sed.
La casa sueña con un coro de alegría,
con el brillo de ese resplandor que
la mujer enciende.